dc.description.abstract | Allá por el 2002 sin saber cómo sería empecé el primer grado. Un momento clave en
la vida de cualquier niño. Poco a poco dejamos de pintar, para aprender a escribir.
La infinita hoja en blanco llena de color se convirtió en una hoja rayada en blanco y
negro. El juego pasó a ser cosa únicamente del recreo. Hoy puedo decir que en ese
momento, y sin que yo tuviese idea, el balance de la escuela se puso en negativo.
Los renglones que tanto me costaba respetar, parecían barrotes que iban poniendo
presas mis ganas de pintar. Con el apoyo de mi familia, intenté romper estas
barreras expresando mi deseo en talleres de arte u otras actividades plásticas
extracurriculares, pero nunca fue suficiente. Finalmente, el balance de esa etapa
cerró, y la escuela ganó por sobre la creatividad. | es_ES |