Microbiota intestinal como blanco farmacológico para el tratamiento de la depresión
Abstract
En los últimos años, se ha referido al intestino con el concepto de “segundo cerebro”. Esta
manera de denominar a ciertas partes del aparato digestivo surge de la idea de que muchos
estados emocionales se expresan y manifiestan a través de él, y se fundamenta en la
presencia de una cantidad de neuronas de casi igual cantidad a la que contiene la médula
espinal y a la capacidad de funcionar de manera autónoma. Muchas de sus funciones, como
son la absorción, la secreción o los movimientos intestinales son ejecutadas por las neuronas
presentes en él.
La comunicación entre el cerebro y el intestino se efectúa de manera bidireccional a través del
eje cerebro-intestino. Nervios como el nervio vago (principal vía de comunicación) tienen
ramificaciones en el intestino, mediante las cuales pueden detectar moléculas y transmitir
señales al cerebro. La segunda vía de comunicación es a través del sistema inmunológico, y
como tercera opción se encuentra la producción de moléculas neuroactivas, ya que está
comprobado que las bacterias intestinales pueden producir los neurotransmisores típicos y
otras moléculas que tienen efectos directos sobre el sistema neuronal.