dc.description.abstract | Millones y millones de personas lo siguen en todas partes del Mundo. Sufren, gozan, gritan, se prolongan
en largos silencios y en interminables oraciones a cada uno de sus Dioses. No hay razón ni lógica que
pueda con ellos, solo la mágica bola, casi siempre redonda, cruzando la línea de meta por cualquiera de sus
rincones, liberará la energía contenida más potente de sus almas.
En un principio, el privilegio de vivir semejantes sensaciones, estaba guardado solo para unos pocos,
miles tal vez, pero al fin pocos privilegiados. Algunos desde sus ubicaciones al borde de la borrosa línea de
cal, otros, sobre algún tablón doblado al medio que pedía a gritos piedad, y muchos, prendidos detrás de un
alambrado cargado de óxido, donde siempre la mejor jugada era tapada por alguna cabeza portentosa con
gorro o sombrero.
Claro que el tiempo le da al hombre las horas necesarias para inventar hasta lo más imposible. Y llegó
la Radio y después la bendita Televisión y el Videotape, entonces la ocurrencia, todas esas pasiones para
todos aquellos que quisieran ver y escuchar. | en_US |