dc.description.abstract | Vivimos y habitamos hoy un mundo hipercomplejo, el cual ha transformado nuestra percepción del la cultura, la política, la economía, el espacio y el tiempo, las formas de organización social, las maneras de auto percepción de las ciencias, las tecnologías y los modos como pretenden legitimar sus procedimientos. Por ello, una aproximación que intente desentrañar sus intrincados procesos, tendrá necesariamente el sello de lo parcial y lo limitado. Ahora bien, si hay alguna certeza y evidencia posible en la actualidad no dudo en afirmar, la constituye el estado de perplejidad y desconcierto que producen en nosotros (docentes) muchas de las reacciones de nuestros interlocutores (estudiantes) cuando emprendemos conjuntamente este sendero. Este asombro manifiesto, me atrevería a conjeturar, es producción a su vez, por una actitud, por un “cierto modo de situarse”, y una determinadas formas de “ver”, “sentir” y “pensar” de las generaciones académicas del presente, desde la “distancia sentida” entre el quehacer del docente y sus formas, posiblemente muchas ya agotadas y la “dimensión” en la que se encuentran los jóvenes de hoy, y pienso que el asunto no se pueda simplemente explicar como un problema generacional o algo por el estilo, sino como un efecto de superficie o si se quiere de emergencia de “regímenes visuales y discursivos diferentes”, que han sujetado, atravesado, invadido nuestra cultura, quizás sin que ellos sean concientes por completo. Es pues a nosotros los docentes que este problema nos convoca a una reflexión y esclarecimiento de los nuevos rayos de luz que se condensan y coagulan en nuestro tiempo. Pienso que es una verdad ya admitida que existe hoy un estado de ánimo diferente a las décadas anteriores y que esta polaridad merece de nosotros una especial atención. | es_ES |